Tras un accidente cerebrovascular muchas personas sufren la pérdida del deseo sexual

08.08.2009 10:11
Periodismo.com (vía MSN Salud y bienestar)   
jueves, 06 de agosto de 2009

Sufrir un accidente cerebrovascular puede traer diversas consecuencias.


Sufrir un accidente cerebrovascular puede traer diversas consecuencias. Entre otras un efecto profundo en las relaciones personales y cambios significativos en la forma en que se relacionan con su pareja. Eso detalla un pequeño pero interesante estudio publicado en la revista médica Journal of Clinical Nursing.

El trabajo se realizó en Irlanda y proponer algunas políticas y medidas para los profesionales de la salud que deben tratar esta condición en sus pacientes.
 

El trabajo se concretó tras largas entrevistas personales con un grupo de dieciséis personas casadas de entre 33 y 78 años, hombres y mujeres, que habían pasado por una situación de derrame cerebral.

Todos los consultados describieron que el derrame significó un hecho mayor en sus vidas explicó uno los investigadores. Y afirmaron que regresar a tener una sensación de normalidad les requirió una fuerte cantidad de esfuerzos físicos y mentales.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Entre las conclusiones principales los investigadores describen que las relaciones sexuales sufrieron cambios importantes. Entre otras cosas, sano sentían un rol tradicional de pareja sino que uno de los dos se había convertido en paciente y el otro en el cuidador, algo claramente poco relacionado con el placer.

Prácticamente todos los consultados afirmaron, además, haber sentido una reducción o una disminución importante del deseo sexual tras su derrame. Para algunos esa sensación estaba relacionada con la medicación y con el miedo a sufrir otro derrame.

La mayor parte de las mujeres perdieron el interés en su apariencia, independientemente de su edad. Ya no les interesaba tanto cuidar su aspecto, el maquillaje, ir a la peluquería, comprarse ropa, etc.

También aumentó, entre los consultados, la sensación de bronca e irritabilidad, agitación y sentimientos de intolerancia.
 

La mayoría de los encuestados afirmaron que sus explosiones de ira o depresión reflejaba la frustración de no ser capaces de realizar actividades cotidianas simples tales como prepararse una taza de té.

Muchos afirmaron también que -si bien lograban sentirse seguros y confortables en su hogar- les preocupaba y se sentían incómodos a la hora de reasumir actividades sociales y salir fuera de casa, debido a los problemas físicos inherentes al derrame, incluyendo la fatiga.

Justamente, la fatiga fue uno de los problemas más comunes mencionados por quienes habían sufrido derrame.

Todas estas conclusiones pueden formular ideas y consejos para los profesionales de la salud que deben asistir en el corto, mediano y largo plazo a quienes han pasado por la situación de tener un derrame cerebral.

 

 

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